viernes, 7 de mayo de 2010

¡QUÉ GRAN CABEZA!



A Ángel lo conozco desde que éramos estudiantes y asistíamos al seminario de estética de Simón Marchán en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Por aquél entonces yo era una chica llena de dudas a la que cualquier mindundi con visos de intelectual y argumentos farragosos sobre la muerte del arte podía destrozar la autoestima, como así ocurrió. Pero el culpable no fué Ángel, al contrario, el pobre se esforzaba por defender la pintura de los agoreros que la querían matar antes de tiempo, incluso me cuenta que me llevó a ver una exposición sobre Miguel Ángel de la que se me ha borrado todo recuerdo. Pero, convencida como estaba de que los mindundis eran los que llevaban razón y que aquello del arte era cosa de darle mucho al coco y poco a la mano, huí rauda a Etiopía como en su día lo hizo Rimbaud.
Siempre leo lo que escribe Ángel como el que espera una revelación. Hay que estar muy atento a todas sus pesquisas para que no se nos escape ninguna pista de las innumerables que nos suele dar. Creo que Ángel por encima de cualquiér otra cosa ama el arte y lo persigue hasta en sus más oscuros rincones. Siempre esta por la pintura; defiende lo sencillo, lo cotidiano, lo que esta ahí, lo tradicional. Nos dice en lo que hay que fijarse, y él mismo busca rodearse de elementos que le sirvan de referente tales como huertos, emparrados, casas con historia, vecinos extraños, cacharros, manjares, migas, libros, perros, amigos, cuadros, fantasmas...Su erudición es impresionante pero nunca hueca. En sus textos hay miles de citas pero siempre nos sorprende con una frase o un giro que va directo al meollo de la cuestión. A veces es destructivo, implacable con ciertos artistas a los que detesta e intenta desenmascarar; nos echa por tierra esos mitos a los que veneramos y que él trata como a traidores; tiene debilidad por otros en los que ni siquiera reparábamos y él nos los descubre en todo su esplendor.
Ángel es demasiado. Demasiado inteligente, demasiado brillante, demasiado sarcástico, demasiado radical, demasiado exagerado, demasiado insobornable, demasiado tierno...Pertenece a una especie aparte de esas que están en extinción.

P.S. He cambiado esta "entrada" después del "cariñoso" chorreo que me propinó Ángel ayer. No fue muy afortunado por mi parte "juntarle" con ese otro paisano suyo. Como me dijo con su sorna carácterística era como meter en el mismo saco a Leire Pajín y a Stalin. Ángel ante todo es mi amigo y sus opiniones son ley, así que rectifico rápidamente y asunto acabado. Para los que no le conozcan añado un enlace que encuentro en la página que sus fans le dedican en Facebook , donde él mismo se explica: http://www.rtve.es/mediateca/videos/20090101/miradas-2-pintar-sin-tener-ni-idea-angel-gonzalez/375431.shtml . Vale.















2 comentarios:

  1. Hacía tiempo que no me paseaba por aquí... y ya he dado el paseo virtual con tu amigo Ángel.. y me quedo con la curiosidad de saber qué decías en tu "entrada" anterior... Pero aún así, disfruto, como siempre, de lo que escribes. Y me ha gustado lo de meter a Leire Pajín en el mismo saco con Stalin - ¡se comprende muy bien!, je, je...

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  2. HOLA MARTA,me siento culpable de lo poco que escribo; en el terreno de la escritura nunca me he caracterizado por ser constante, digamos que soy "intermitente". En el ámbito del arte es otra cosa, como dice Ángel en el vídeo,a los artistas nos entra un hormigueo en las manos y no podemos estar quietos mucho tiempo..
    Hace días que tengo in mente escribir algo sobre Goya y una caminata por Madrid a las doce de la noche, me tengo que poner a ello. Después de ver a Ángel en el vídeo tan "peripatético" por el Paseo del Prado, ya no hay excusa, será mi próxima entrega. besos.

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